Adaptación...

Una mañana pactaron las alturas.
Sin cambiar de lugar
caminaron los chopos.
Sol en los azulejos
y súbitas primaveras.
En el Jardín de los secretos
subí a la cúpula turquesa.
Minaretes tatuados de signos:
la escritura cúfica, más allá de la letra,
se volvió transparente.
Así fue la visión de las imágenes,
yo vi girar las formas hasta desvanecerse
en claridad inmóvil,
el ser ya sin substancia del sufí.
Pues yo bebí plenitud en el vacío
al ver las treinta y dos señales
del Bodisatva cuerpo de diamante.
Vi un cielo azul y todos los azules,
del blanco al verde
todo el abanico de los álamos
y en el cielo, más aire que pájaro,
el mirlo blanquinegro.
Vi al mundo reposar en sí mismo.
Vi las apariencias.
Y llame a esas horas:
Perfección de lo Finito.

(Fragmento)